Esta noticia fue publicada por la mayoría de los medios de propaganda del Régimen español coincidiendo con la cumbre de la OTAN en la que España se integraba en su estructura militar, violando la voluntad popular votada en referéndum el día 12/Marzo/1986.

Esta manipulación mediática se trataba de comida-basura antimilitarista para desviar la atención a la agresión de la soberanía popular mientras los lideres del Régimen firmaban la integración militar.

This new was published by majority of propaganda media of spanish Regimen coinciding with summit of NATO where Spain remains integrated within its militar structure, violating popular volition stated by referendum in March 12th of 1986.

This media manipulation was rubbish-food to divert attention from aggression against popular sovereign while leaders of Regime signed militar integration.



El Mundo

7/Julio/1997
Arrestados siete jefes de la Legión por ir en blindado a un burdel

Tras abandonar unas maniobras militares en San Gregorio (Zaragoza), se negaron a pagar en el prostíbulo y fueron detenidos por la Policía

July 7th of 1997
Seven military men arrested for arriving at a brothel by armoured vehicle

After deserting a military manoeuvres in San Gregorio (Zaragoza), they refused to pay in the brothel and were arrested by Police.




José L. Lobo
Madrid.- Las prostitutas del «Rubí», un burdel de carretera situado en las proximidades del campo de tiro del Ejército en San Gregorio (Zaragoza), no podían dar crédito, aquella tarde del 17 de mayo del pasado año, a lo que veían sus ojos: un carro blindado de la Legión, con su ametralladora pesada montada en la torreta, aparcaba a las puertas del local, y de su interior descendían siete militares uniformados y armados.

Tras el sobresalto inicial, las mujeres respiraron aliviadas, intercambiaron una sonrisa de complicidad y se dispusieron a iniciar su jornada laboral. Al fin y al cabo, el cliente siempre tiene la razón, aunque venga de unas maniobras militares, llegue armado hasta los dientes y montado en un carro de combate.

Dos meses más tarde, el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general José Faura, tras estudiar detenidamente el informe elaborado por su asesoría jurídica, no dudó en estampar su firma en el expediente disciplinario que condenaba a varios meses de arresto a los protagonistas de tan peculiares maniobras: un capitán, un teniente, dos sargentos y tres cabos primero. El motivo: «Llevar a cabo acciones contrarias a la dignidad militar, susceptibles de producir descrédito o menosprecio de las Fuerzas Armadas».

No era la primera vez, ni mucho menos, que miembros del Ejército acudían a alternar al «Rubí» al término de las agotadoras jornadas en San Gregorio, el mayor campo de maniobras con que cuenta el Ejército de Tierra. Pero, desde luego, jamás un grupo había abandonado el polígono de tiro en plenos ejercicios militares, y, por supuesto, nadie hasta esa fecha se había ido de putas a bordo de un vehículo de combate.

MISION EN BOSNIA.- Quizá nunca se sabrá con certeza qué pensamiento turbó la mente del capitán de la Legión Pedro Ruiz González aquella tarde de la primavera de 1996, cuando efectivos del tercio Don Juan de Austria, del que el oficial mandaba la 8ª compañía, participaban en unas maniobras en San Gregorio, que les servirían de adiestramiento para su inminente misión en Bosnia-Hercegovina.

El caso es que, en plenos ejercicios militares, el capitán Ruiz ordenó a siete de los hombres de su unidad, todos oficiales y suboficiales, subir a bordo del blindado de combate ET-78259-VE. El teniente Carlos Miragaya; los sargentos José Gamarra y José Santiago de Vargas, y los cabos primero Segundo Alonso, Raúl Palacios, Antonio Ojeda y José Jacinto Febles obedecieron a su superior, y sólo unos minutos después el blindado dejaba atrás el campo de San Gregorio y las aburridas maniobras, y enfilaba la carretera que conduce al «Rubí».

Al llegar al prostíbulo, el vehículo de combate se detuvo en la puerta, se apagó el rugido de sus motores y el animado grupo descendió a tierra. Todos menos el cabo primero José Jacinto Febles, a quien el capitán Ruiz ordenó quedarse de guardia vigilando el blindado.

Los siete mandos de la Legión restantes, vestidos con uniforme de faena y sin desprenderse de su armamento reglamentario, penetraron a continuación en el burdel, donde, tras el sobresalto y la desconfianza iniciales, fueron recibidos con cierto regocijo por las trabajadoras del local.

Una hora más tarde, el grupo de legionarios decidió poner fin a la juerga y regresar a San Gregorio, con la esperanza de que su travesura no hubiera sido todavía advertida por sus superiores. Pero, cuando llegó la hora de pagar, la discreción brilló por su ausencia. El precio del alterne y las bebidas alcohólicas que consumieron debió parecerles excesivo, así que, simplemente, se negaron a abonar los servicios. Y se organizó un alboroto mayúsculo.

Cuando el encargado del local, asustado por el escándalo, comprendió que la trifulca entre legionarios y prostitutas podía acabar muy mal, descolgó el teléfono y dio aviso a la Policía Nacional. Minutos más tarde, un coche patrulla llegó al burdel y aparcó junto al blindado, del que el cabo primero José Jacinto Febles había descendido unos minutos antes, alarmado por el griterío procedente del interior del local.

DETENIDOS.- Los policías condujeron detenidos a los legionarios hasta San Gregorio, donde quedaron a disposición de sus mandos. El coronel Pedro Andreu, jefe del tercio Don Juan de Austria, impuso un arresto de 14 días al promotor de la juerga, el capitán Ruiz, pero los hechos llegaron a oídos del teniente general Faura, jefe del Estado Mayor del Ejército, que ordenó la apertura del expediente disciplinario 137/96.

Faura sancionó a Ruiz con un arresto de dos meses por «acciones contrarias a la dignidad militar», y otro de un mes y 15 días por «utilizar para usos particulares medios o recursos de carácter oficial». Los demás también fueron sancionados con un mes como autores de una falta grave. Todos menos el cabo Febles, el único que permaneció en su puesto.